La huella imborrable del aborto clandestino

Marcela when she was 18 years old.

Marcela when she was 18 years old. Source: Provided to SBS Spanish

El testimonio exclusivo a SBS en español de una mujer que abortó de manera clandestina en los años 80 en Chile. Una herida emocional que tras cuarenta años, cuesta cerrar. Escucha la entrevista


América Latina está viviendo tiempos convulsos con motivo de la regulación del aborto, uno de los asuntos tabú en la región y que más divide a las sociedades.

La escena se repite en Guatemala, Chile, Argentina, El Salvador: Feligreses cristianos conservadores y grupos de mujeres pro aborto ocupan a la par las calles de las principales ciudades para gritar a sus gobiernos de turno qué hacer con esta patata caliente.

Las protestas más sonadas las vimos en Argentina en los últimos meses. Por primera vez en su historia el parlamento debatió el asunto y votó si legalizar o no el aborto voluntario. Los diputados aprobaron la ley, pero el Senado la rechazó, en un intenso proceso que trascendió las fronteras del país y que movilizó a cientos de miles de mujeres en todo el mundo.

Aunque se decida no legalizar el aborto, éste sigue ocurriendo y con terribles consecuencias. Cada año casi 50.000 mujeres tienen que ser hospitalizadas en Argentina por complicaciones derivadas de abortos clandestinos. En 2016, último año con cifras oficiales, 43 mujeres fallecieron por esta causa.

En el vecino Chile el gobierno de Michelle Bachelet despenalizó el aborto en 2017, modificando la ley del 89 del gobierno militar de Pinochet. La nueva ley  permite la interrupción voluntaria del embarazo cuando haya peligro de la vida de la mujer, cuando el embrión padezca una alteración genética incompatible con la vida o cuando el embarazo sea producto de una violación.
En Chile no hay cifras claras sobre abortos clandestinos o muertes por esta causa, pero Amnistía Internacional apuntaba en el 2016 que las cifras de aborto pueden rondar entre los 33.000, 70.000 o 160.000 al año.
Al margen de las cifras y los datos, hoy nos hemos querido acercar al rostro real del aborto clandestino en Chile y a la historia de una mujer, Marcela, que se crio durante los primeros años de la dictadura en una familia de clase media en Viña del Mar. Su padre estaba en la armada y ella se educó en un colegio católico. Como muchas mujeres en esa época se casó siendo muy niña, con apenas 17 años. Ni en el colegio ni en su entorno familiar se hablaba de educación sexual y mucho menos de anticonceptivos.
Marcela con sus padres el día de la comunión
Marcela con sus padres el día de la primera comunión Source: Supplied
“La educación sexual no existía  - explica Marcela - en los colegios católicos no se hablaba, el sexo en ese tiempo era para los animales. Yo nunca había visto un condón”.

El tabú sobre la educación sexual también se instalaba en las generaciones anteriores a Marcela e incluso se vivía con vergüenza y secretismo la historia de la violación de su abuela.

“Mi abuela fue violada cuando era muy niña y tuvo una hija. Y después lo que yo sé es que ella a los 32 años murió, pero la razón de su muerte fue que ella tuvo un aborto, realizado en la clandestinidad también y murió porque no fue un aborto bien hecho y murió de septicemia. (…)Yo creo que mi madre se hizo un aborto también, yo creo porque todos saben, o sea, la cosa es que todo el mundo sabe pero nadie habla.”
Marcela with her grandmother and greatgrandmother.
Marcela, con meses de edad, con su abuela y su bisabuela Source: Supplied
Marcela tuvo un hijo con su marido a los dieciocho años. El parto lo recuerda como una dura experiencia.

“Como mi hija era muy grande, pesó como cuatro kilos doscientos,  no podían sacarla, un hombre se tiró encima de mi estómago y empezó a empujarla, un doctor. Yo perdí el conocimiento y me pusieron puntos por todos lados. (…) entonces yo ya había tenido una mala experiencia, después yo no quería tener más hijos, pero tampoco tenía los medios para tener… yo no sabía lo que eran los condones.”, explica.   

Eran los principios de los años 80 y en Chile había una profunda crisis económica. El marido de Marcela trabajaba en la empresa familiar de muebles pero las ventas bajaron mucho y no entraba el dinero.

Marcela se quedó embarazada por segunda vez.

“Lo único que sabía es que yo no podía tener un hijo, porque no lo podía mantener, porque no podía tomar otra responsabilidad. Nadie quiere tener un aborto, nadie quiere perderlo, pero hay circunstancias en que no tienes otra opción y no estoy arrepentida de haberlo hecho, porque fue en ese momento la decisión que yo tomé, pensando con responsabilidad.”
Marcela with her first daughter.
Marcela a sus dieciocho años, con su primera hija Source: Supplied
Marcela se siente afortunada porque tuvo la suerte de contar con el apoyo de su madre, ya que ella no tenía dinero para plantearse practicarse un aborto.
“Mi madre encontró una enfermera y me pusieron inyecciones para tratar de soltar el feto pero eso no resultó, y traté de saltar las escaleras y tirarme al suelo porque según lo que decían que eso servía para abortar."
Al final como eso no resultó, mi madre tuvo que buscar a una doctora que era muy conocida en la zona donde yo vivía que era Valparaíso. Ella era una matrona del hospital naval muy conocida porque iba toda la gente de las fuerzas armadas a hacerse abortos.

Yo tuve una amiga que ella también quedó embarazada y tenía también otra hija más o menos de la edad mía, y ella también estaba en las mismas circunstancias mías. Yo le di el nombre de ella y resulta que después ella me contó que a esta mujer la habían tomado presa, que la habían pillado.”

Pregunta: ¿Y qué le ocurrió?

Respuesta: No tengo idea. No sé porque tú no puedes ni siquiera, no puedes averiguar no puedes saber nada después de eso, pero era una mujer muy conocida  en las navales o la Armada de allá.

P: ¿Tú sabes lo que pagó tu madre por aquella operación?

R: No tengo idea, pero sé que era muy caro porque ella trabajaba para un hospital conocido. (…)
"Y entre mujeres en el sistema de las fuerzas armadas en Chile los hombres salían de viaje, llegaban, y quedaban todas embarazadas, y por eso esta señora hacía todos los abortos a las mujeres de ahí."
“Le agradezco a mi madre que me ayudó a hacérmelo en un lugar más o menos “apropiado”. Bien se sabe, porque no lo hablamos, hay mujeres que se meten cosas punzantes dentro de la vagina para producir un aborto”
Marcela (left) with her mother and her sister.
Marcela (izquierda) con su madre y su hermana Source: Supplied

Un recuerdo bloqueado

“Tomamos un bus con mi madre hasta la casa de ella que estaba en un lugar en Valparaíso…  era una casa se veía normal.
Sólo al entrar a la casa, yo estaba con miedo, de que alguien llegara y me llevara a la policía, o de que alguien hubiese dado el dato de que yo había ido, porque eso puede pasar.
Mi madre y yo entramos con ella a la sala de estar, y ella le dice a mi madre espérame acá, y me hizo subir con ella al segundo piso.”

“Me sienta al lado de una ventana y al lado de la venta tenía un carrito donde tenía sus instrumentos. Eran como unas tenazas… algunas cosas yo las he bloqueado de eso, pero recuerdo que me ella me sentó en esa silla y me dejó ahí. Y me dijo yo voy a volver en una hora, ahí me quedé sentada.”

A Marcela se le quiebra la voz mientras recuerda los detalles de aquel día.

P: ¿Qué sentías mientras estabas allí esperando?

R: Angustia y miedo. Porque yo no sabía lo que realmente era… algo tan mal mirado, pero ya estabas ahí y no puedes dar la vuelta. Entonces la esperé por una hora hasta que ella llegó. Tenía una cama de dos plazas y me dijo: Estírate ahí, levanta las piernas y ábrelas. Y de ahí ya no sé, no recuerdo, porque lo he bloqueado.”

P: Ella te dio un analgésico o algo para que no sintieras dolor?

R: No, y después me dijo, “Ya estás lista, te vas”. No quise mirar.

P: Estaba tu madre a tu lado cuando eso ocurrió?

R: No

P: ¿Y cómo era la mujer, cómo la recuerdas?

R: No la recuerdo.  Yo sé que había un hombre ahí, que trabajaba para ella, porque  después supe que esta mujer esa casa que tenía era para hacer los abortos, no vivía allí, ella solamente ella aparentaba que vivía allí pero no vivía allí, eso lo usaba como su negocio. Pero en el fondo yo tuve la suerte de estar con ella y no me paso nada, estoy viva.  

Todo lo bloqueé, yo creo. Hasta el momento, es la primera vez que me quiebro al recordarlo.

P: Han pasado más de cuarenta años desde que tuviste el aborto, no? Y sin embargo todavía se te quiebra la voz cuando hablas de esta experiencia

R: Es la primera vez que se me quiebra 

P: ¿Por qué?

R: Porque nunca lo había hablado bien.

P: ¿Y cómo te sientes ahora después de haberlo contado?

R: Ahora me duele no por haberlo hecho sino en la forma en que fue hecho. Porque yo sé que yo tomé una decisión que para mí era la adecuada. No necesito que nadie me diga… o sea cada uno tiene su opinión al respecto, pero yo creo que todos tenemos el derecho a ser tratados bien, y a no ser juzgados por las opciones que tomamos, porque nadie vive en los zapatos del otro.

“Miedo a lo que vayan a decir la gente, o porque… bueno, el miedo a que te lleven presa, que termines en la cárcel.”

P: ¿Te llegaste a sentir culpable en algún momento?

R: Me siento culpable hasta  el momento de decirlo y al decirlo ahora y hablarlo es un alivio porque yo no tengo por qué ocultarme. Y por eso soy responsable al decirlo que lo hice y no quiero que mis hijos pasen por lo mismo.
“Porque si yo hubiese tenido un hijo, a lo mejor nadie me hubiese tendido la mano, todos tan en contra del aborto y dicen preocuparse de la vida, pero cuántos niños hay en la calle y nadie se preocupa, preocupémonos de eso.”
Al poco tiempo, Marcela emigró a Australia con su marido y su hija de dos años, y una vez allí su matrimonio se terminó.

Con el tiempo rehízo su vida y tuvo otro hijo con su segunda pareja. Sin embargo aquella experiencia no se le olvida.

“Fue una experiencia muy fuerte y una pena que todavía a estas alturas tengamos que estar peleando para que esto se haga legal y me da pena tener que seguir esperando y esperando para que… como el divorcio, tantos años en Chile también y en otros países que le divorcio no era aceptado.”, afirma Marcela.
Marcela in a recent photo with her mother.
Marcela en una foto reciente con su madre Source: Supplied
El último informe de Amnistía Internacional (AI) basado en datos del Guttmacher Institute asegura que más del 97% de las mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe viven en países en los que el aborto está severamente restringido por ley y hasta castigado con penas de hasta 40 años,  como en el caso de El Salvador, incluso cuando el aborto se produce de manera natural.

A esa situación se suma el hecho de que la mitad de los embarazos son no deseados y no planificados -como consecuencia de la violencia sexual y la demanda de anticoncepción insatisfecha.

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