AustraLatina: Una uruguaya dio el “alma” en la Melbourne de 1970 para que los niños aprendan español

Escuela de español José Gervasio Artigas del Club Uruguayo de Melbourne

Actuación y canto de los niños de la escuela a finales de los 70, principios de los 80 Source: Alma Luz Dapueto

¿Cómo era aprender español en los años setenta cuando la comunidad hispano parlante en Australia aún estaba en pañales y el país oceánico recién balbuceaba sus primeras políticas multiculturales? La matriarca uruguaya Alma Luz Dapueto conversa con SBS Spanish sobre la escuela comunitaria independiente José Gervasio Artigas, que operaba en el Club Uruguayo de Melbourne, y sobre lo que significó para ella ser inmigrante en la década de 1970 cuando llovían empleo y todo cerraba a las cinco de la tarde.


Llegó a Australia finales de 1976, casada y con tres hijos pequeños bajo el brazo al Hostel Midway, de Melbourne, dejando un Uruguay convulsionado por la dictadura cívico-militar a cargo de dirigentes que perseguían, detenían y hasta desaparecían a sus opositores.

Con su inseparable mate, símbolo de su cultura, así como su amor por su familia, su tierra y su idioma,- sentimientos que nunca entran en unas cuantas maletas- Alma Luz Dapuerto sintió en un país ajeno la imperiosa necesidad de que sus tres hijos aprendan el español, para tender puentes con su propia identidad.

Así, Alma Luz se topó con la escuela de español José Gervasio Artigas del Club Uruguayo, situado en el oeste de Melbourne. En esa escuela, no muy lejos del hostal Midway, sus hijos comenzaron a estudiar. Pero el giro para Alma Luz se dio cuando la escuela, creada en 1977, se independizó y pasó a manos de la comunidad.


Puntos destacados.

  • Alma Luz Dapuerto llegó con su esposo y tres hijos a finales de 1976 y desde entonces vive en la ciudad de Melbourne.
  • La llegada la hostal Midway, en el oeste de Melbourne, le pareció una cárcel.
  • Alma Luz fue uno de los motores de la escuela de español José Gervasio Artigas que operaba todos los viernes en el Club Uruguayo de Melbourne.
  • Alma Luz llegó a ser trabajadora comunitaria en sus 45 años de vida en la que perdió a un hijo un su casa. Logró salir adelante con ayuda de la comunidad.

 

Entonces, esta madre de tres hijos dio su “alma”, como muchos otros padres como ella de la comunidad hispana en Melbourne, para que la enseñanza del idioma español siga viva. En medio de las dificultades de un proyecto que recién daba sus pasos y seguía en pañales, Alma Luz formó parte de una comisión directiva, conformada principalmente por uruguayos, argentinos y chilenos, una unión que le duró unas dos décadas

La escuela José Gervasio Artigas, en honor al padre de la independencia uruguaya, “llegó a un nivel tan elevado que recibió el reconocimiento del gobierno (de Victoria)”, dijo orgullosa a SBS Spanish, Alma Luz Dapueto.
Alma Luz Dapueto y sus tres hijos
Alma Luz Dapueto y sus tres hijos Source: Alma Luz Dapueto

Siempre los viernes por la noche

Por muchos años cada viernes de 6 a 9 de la noche funcionaba la escuela que “servía como grupo comunitario, con muchas lenguas que estábamos conociendo”, comentó Alma Luz al referirse a la variedad que da la diversidad de acentos de Sudamérica, Centroamérica y la península ibérica en esa escuela a la que- según afirma- atraía a los padres que tenían “anuencia” de vincularse con instituciones gubernamentales.

“En mi mente tengo un diccionario” confiesa Alma Luz, “fue una experiencia tan hermosa”, al insistir en que “todos esos años (de trabajo por la escuela) fueron con voluntad, con el alma”.

La conveniencia de los horarios, además, permitía a los padres a dejar a sus niños e ir al supermercado Maidstone, que es aledaño al club Uruguayo, sin que los pequeños “jorobaran”, se ríe Alma Luz al recordar cómo esas aulas servían para enseñar, de guardería y para socializar.

Pero el trabajo era arduo en la escuela dado que al ser voluntario y no tener presupuesto, Alma Luz como sus compañeros tuvieron que pasar por roles diversos como hacer la limpieza, preparar las aulas, administrar el dinero y dirigir la escuela durante veinte años.
3 maestras de la escuela, Irene Carlos, Cecilia Uteda y Yolanda Cuberes.
3 maestras de la escuela, Irene Carlos, Cecilia Uteda y Yolanda Cuberes. Source: Alma Luz Dapueto
Incluso, en la época en la que no conducía, Alma Luz recuerda que viajaba en el tranvía “con mis tres hijos y cuatro o cinco hijos ajenos” para que puedan estudiar español.

Ya retirada, esta septuagenaria aún es recordada por los niños que vio pasar por la escuela. Algunos de ellos la ven por la calle “y reconocen mi cara”, aunque para ella es difícil reconocer las sonrisas infantiles en los rostros adultos.

Entre el baúl de los recuerdos que tuvo que remover para esta entrevista, Alma Luz también destapó otros agridulces. Las fotografías de su fallecido hijo Henry, quien fue asiduo pupilo de esa escuela de español.

“Veo las fotos allí, los carné, los uniformes. Es una historia impresionante”, precisó Alma Luz al expresar orgullosa que sus hijos le agradecen haberles dado otro idioma.
Escuela de español José Gervasio Artigas del Club Uruguayo de Melbourne
Tres de las 6 maestras con las contaba nuestra escuela. Yolanda Cuberes, Beatriz Mazuco, Irene Carlos. Source: Alma Luz Dapueto

El alojamiento fue como “una cárcel” y la migración “diez años de llanto”

Alma Luz llegó a finales de los setenta junto a su familia tras dejar una Uruguay que estaba en un período convulso derivado de la dictadura cívico militar en su país. Este gobierno militar, que surgió tras el golpe de Estado del 27 de junio de 1973, estuvo marcado por las desapariciones y el encarcelamiento de sus opositores.

Con ese dolor de dejar a su familia, al país al que quiere tanto, de dejar truncada su carrera de abogacía, de tener una nueva vida más tranquila pero aislada, Alma Luz llegó a un centro para inmigrantes en Melbourne, llamado Midway, que le dio la sensación de estar en una cárcel.

“Me dio la impresión de una cárcel. Yo sufrí mucho. Siempre digo que me costó diez años de llanto hasta que pude volver en 1986 (a Uruguay)”, rememoró Alma Luz, quien al llegar a su país de origen y ver las necesidades de la gente por vivir al día y muchas veces sin llegar a fin de mes, por fin se dijo a sí misma: “Hice una buena elección”.
Escuela de español José Gervasio Artigas del Club Uruguayo de Melbourne
Arley Rodríguez (Director de la Escuela ese año) y Alma Luz Source: Alma Luz Dapueto
Pero en el alojamiento todo fue duro: las comidas se servían a distintos horarios, los ritmos, la gente, la incomunicación, el no tener una casa ni familia ni amigos. Todo sumaba, especialmente cuando cerraba la puerta de su habitación a las cinco de la tarde con tres niños llorando a todo pulmón.

Después ella y un grupo de “corajudos” se aventuraron a ir a un mercadillo cercano con cosas de segunda mano y se compró una cocinilla para hacer las cosas que le sabían a casa. Y de cuando en cuando, su marido tocaba la guitarra y animaban a los inmigrantes como ella.

Sin embargo, tuvieron que pasar varios meses hasta que logró que le dieran un piso y allí por fin, en ese lugar que fue su primera vivienda, comenzó su vida de madre, de trabajadora inmigrante, de sacrifico, de solidaridad y de pequeñas y grandes alegrías de conocer a otros como ella, aunque la ciudad no fuera tan cosmopolita, ni se comiera pizza y cerveza por las noches en tertulias acompañados de niños y grandes.

“No se hacía nada acá, era imposible”, dice entre carcajadas ahogadas Alma Luz, recordando con picaría esos momentos en que se aventuró por primera vez a la ciudad y vio todo oscuro. Entonces solo se imaginaba que andaba “el lobo (feroz)”.
Escuela de español José Gervasio Artigas del Club Uruguayo de Melbourne
Actuación Source: Alma Luz Dapueto

Trabajo por doquier

En aquella época, Alma Luz trabajó sin descanso. Primero en una fábrica de neumáticos, en donde la tomaron porque tenía 27 años y 1,73 de altura. Allí trabajó con yugoslavas, griegas y maltesas más fuertes que ellas. Ese trabajo físico le pasó factura y hasta ahora toma pastillas para el dolor.

Así pasó a hacer limpieza, a trabajar en una cafetería y otros oficios porque entonces, los empleadores “solo querían mano de obra”, aunque la gente no hablase el inglés.

Con los años, uno de sus médicos la impulsó a estudiar, la apuntó en una universidad para que estudie inglés y siguió avanzando hasta que logró un certificado de trabajo comunitario.

Esa fue la vuelta a la página y el inicio de un nuevo camino que la llevó a ser la primera trabajadora de habla hispana de CELAS; una organización de ayuda comunitaria de Melbourne.
Escuela de español José Gervasio Artigas del Club Uruguayo de Melbourne
Poema al maestro de inmigrantes Source: Alma Luz Dapueto
Pero en 45 años de vida en Australia, también tuvo reveses como “perder un hijo de 24 años, quedarme sin casa, teniendo una casa paga”, recuerda con dolor Alma Luz, al remarcar que “agradezco que como yo di, me han dado la mano”.

Ahora en confinamiento, en el piso en el que vive sola mirando a la comunidad y al mundo y viendo cómo ayudar a los demás y a la comunidad, Alma Luz escucha la radio, que vio nacer, y de cuando en cuando escribe algunas cosas en su “cuaderno de desahogos” y sueña con plasmar la historia de la escuela de español en un libro para que recuerden el legado de ese amor de tantos como ella por la comunidad.

Si quieres escuchar el podcast, presiona la imagen de arriba.



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