El gran reto de la comunicación para hispanos en Australia por el acento en inglés

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El gran reto de la comunicación para hispanos en Australia por el acento en inglés. Credit: Photographer: Cezary Lewandowski/MOODBOARD

Inmigrantes hispanos en Australia comparten sus experiencias aprendiendo y hablando inglés y los tropiezos que han sufrido como resultado de sus acentos hispanos.


Hay mucho que admirar en el dominio del idioma inglés para un inmigrante. Pero a veces el deseo de hablarlo a la perfección puede impedir la integración a una nueva cultura debido al temor de cometer errores en la pronunciación.

El impacto de una mala experiencia con un nuevo idioma puede afectar la confianza de una persona previamente segura y tranquila consigo misma.
Un estudio realizado por el Centro de Investigación Social y Comunitaria de la Universidad de Murdoch tituladoreveló que el acento y la habilidad lingüística eran dos de las cinco razones más comunes por las que los refugiados entrevistados para el estudio se sintieron discriminados en Australia. Otros factores citados incluyeron sus nombres, creencias religiosas y su apariencia física.

El estudio agrega que aproximadamente el 40 por ciento de los refugiados entrevistados, provenientes de la antigua Yugoslavia, citaron la capacidad lingüística y el acento como los principales factores que determinaban el grado de discriminación que sentían, mientras que alrededor del 30 por ciento de los refugiados entrevistados, provenientes de África, consideraban estos factores como problemáticos.
Migrants @2015
Source: SBS
Pero más allá de aprender a hablar inglés correctamente, todas las personas que llegan a Australia de otro país se enfrentan al reto de familiarizarse con el acento y las caracterizas fonéticas del inglés australiano, por ejemplo, aprender a detectar la diferencia en la pronunciación de sheep (oveja) y ship (barco).

La inmigrante venezolana Nancy Niños, quien trabajó toda su vida como gestora de proyectos, describe su experiencia en la fuerza laboral australiana durante una entrevista con SBS Spanish:
Cuando yo comencé a trabajar en mi profesión en Australia todos los Project Managers (gestores de proyectos) eran australianos, todos menos yo.
Inmigrante venezolana Nancy Niños
“Cuando yo comencé a trabajar en mi profesión en Australia todos los Project Managers (gestores de proyectos) eran australianos, todos menos yo”, comenta.

 “Al cabo de unos meses llegó un director que también era inmigrante [pero] por alguna razón, nunca se sintió confiado de que yo lidere la gestión de algunos proyectos… [por ejemplo] reuniones, conversaciones con clientes o elaboración de reportes internos”.

Nancy contó que su colega llegó a formular comentarios como, “¡Ahhh, es que no sé si te van a entender!”, generándole profunda inseguridad.

“Comenzó a afectarme muchísimo a nivel laboral… [y] esta persona empezó a sacarme de los proyectos, al punto que me fui de la compañía”.

Debido al impacto profundo de la experiencia, Nancy decidió cambiar de carrera. Se sentía tan decepcionada que intentó buscar trabajo en un área donde “no tuviera que hablar”, lamenta la venezolana.

Poder comunicarte fortalece la salud mental

Los expertos en psicología consideran que aprender a hablar inglés es esencial para todo inmigrante, no solo por razones de supervivencia, sino también porque facilita la creación de vínculos sociales y, por ende, fortalece la salud mental en momentos de alta vulnerabilidad.

Pero las particularidades fonéticas del inglés que hablan los australianos pueden crear barreras idiomáticas que a su vez generan problemas psicológicos.
En ciertas circunstancias, el acento también puede delatar el nivel de inglés de un inmigrante e impactar en las percepciones sociales, una situación que puede generar heridas emocionales profundas, según la psicóloga y terapeuta residente en Brisbane, Jessica Lule.

“Nos lacera, nos lastima. Las consecuencias negativas son amplias porque [tener un acento] puede limitarnos en el momento en que nos exponemos a practicar el inglés y a buscar ofertas de trabajo”, explica la experta, en entrevista con SBS Spanish.

Su recomendación es crear objetivos realistas “porque es muy válido querer mejorar nuestra pronunciación, pero tu acento va a estar presente de alguna forma u otra” - en otras palabras- es casi imposible perder el acento en inglés si una persona nació y vivió en otro país durante la mayor parte de su vida y emigró a Australia de adulto.
Las consecuencias negativas son amplias porque [tener un acento] puede limitarnos en el momento en que nos exponemos a practicar el inglés y a buscar ofertas de trabajo.
Psicóloga y terapeuta residente en Brisbane, Jessica Lule.

Establecer metas realistas

Jessica Lule recomienda a sus clientes reflexionar sobre sus prioridades idiomáticas para determinar qué le molesta de su acento y qué le gustaría cambiar.

“¿Quieres [mejorar tu acento] para encontrar ofertas de trabajo? o ¿quieres sonar más australiano? Hay que ser realista con lo que realmente quieres lograr”, señala la terapeuta.

“Nosotros no nacimos aquí, no aprendimos el inglés de una forma orgánica como aprendimos el español, entonces, validar nuestro acento también es validar nuestras experiencias y validar de dónde venimos”.

La venezolana Marta Sequeira, especialista del habla y lenguaje, explica que los inmigrantes en Australia que hablan inglés con acento enfrentan dos problemas complejos.

El primer dilema es la idea de que hay una forma simple de hablar inglés que es más fácil de aprender y que todos deberían entender, independientemente de las diferencias en los acentos, regionalismos y jergas.
¿Quieres [mejorar tu acento] para encontrar ofertas de trabajo? o ¿quieres sonar más australiano? Hay que ser realista con lo que realmente quieres lograr.
Psicóloga y terapeuta, Jessica Lule.
La segunda dificultad es la idea de que las personas que aprenden un nuevo idioma deben reducir al máximo su acento para sonar “más nativo y profesional”, una expectativa que para muchos inmigrantes es inalcanzable.

“Creo que hay un aspecto… muy emocional [porque] tu acento es parte de tu identidad y … el nada más pensar que tú tienes que modificar tu acento puede afectarte emocionalmente”, dice la patóloga Marta Sequeira.
Además, el esfuerzo de aprender la fonética de un nuevo idioma para mejorar el acento y la claridad con la que una persona se comunica puede representar una exigencia imposible de satisfacer.

“A lo mejor tú no quieres volver a renacer o no quieres adaptarte, sobre todo, si eres un inmigrante recién llegado a Australia, y no te sientes ni de allá, ni de acá, y si aparte te cuestionas el acento, es así [como una persona puede llegar a pensar] que se quiere borrar… completamente”.

La especialista del habla y lenguaje aclara que los acentos en inglés forman parte integral de la identidad de cada persona y que es importante recordar que “yo soy lo que soy, gracias a mis experiencias personales, e incluso a mi acento”.

Hablar con acento y las limitaciones laborales

Es cierto que un acento marcado puede interferir en la manera en la que una persona se hace entender, no obstante es importante eliminar la ilusión de que existe una forma única y auténtica de hablar un idioma, afirma el agente migratorio Juan Rincón, en entrevista con SBS Spanish.

Rincón dice que algunos de sus clientes hispanos creen que el acento perfecto en inglés es aquel que no solo es inaudible, sino también invisible, y que este concepto erróneo a menudo se interpone en sus caminos y les impide ejercer la espontaneidad o incluso asumir desafíos.

“El elemento más importante para conseguir trabajo es el inglés, es decir, con buen inglés consigues un buen trabajo", señala el agente migratorio.
Si tú pronuncias bien y te entienden y si tu gramática es correcta, no hay ningún problema en que tengas acento, o sea, mientras no dificulte la comunicación el acento no es un problema.
Agente migratorio, Juan Rincón.
“He notado que muchas personas hablan inglés mejor de lo que creen, pero tienen cierto nivel de timidez y temor a pronunciar mal [por eso] creo que esta inseguridad quita más oportunidades que el propio acento”, concluye.

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