Nuevas tarifas universitarias en Australia: Ideología y eficiencia frente al desarrollo humano

University fees to soar

A university graduate is seen outside Parliament House in Canberra. (AAP Image/Lukas Coch) Source: AAP

El gobierno australiano asegura que sus intenciones de recortar las tarifas de carrera que son de gran demanda en el mercado y reestructurar la financiación a las universidades servirá para asegurar los empleos de los futuros profesionales, aunque la propuesta también ha sido interpretada como un intento por acallar posiciones críticas y crear una “falsa dicotomía” entre las ciencias y las humanidades.


El gobierno australiano anunció el viernes pasado su intención de modificar las tarifas universitarias, en favor de ciertas disciplinas que apunten a la generación de empleo, así como la reducción en la contribución gubernamental promedio a las plazas que apoya la Mancomunidad y el aumento en las cuotas estudiantiles en áreas como las humanidades.

Diversos académicos y líderes de las universidades han advertido que esta reforma podría impactar la calidad de la educación y la investigación universitaria, si se disminuye su financiación y se restringe el apoyo que se da a las investigaciones, mientras que otros expresaron con preocupación la separación que se hace entre las ciencias y las humanidades.


Puntos destacados:

  • Las tarifas de carreras como matemáticas, ingeniería, educación y enfermería, entre otras consideradas “de gran demanda”, serán reducidas entre un 62 a un 20 por ciento, mientras que las matrículas de carreras de humanidades aumentarán un 113 por ciento. Los cursos de comercio y derecho subirán en un 28 por ciento.
  • Se calcula que un 40 por ciento de los estudiantes pagará más por una educación universitaria, mientras que el resto tendrá una reducción de las tasas o se mantendrá igual.
  • Varios académicos y líderes de las universidades advirtieron en que esta reforma podría perjudicar la calidad de la educación y de la investigación académica.

La reestructura de las tarifas universitarias

El ministro australiano de Educación, Dan Tehan, defiende la propuesta al considerar que ayudará a aumentar el número de graduados en áreas en que se prevé aumentará la demanda de empleos, incluyendo ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), así como creará 39,000 plazas universitarias para 2023.

Las carreras relacionadas a la agricultura también disminuirán en un 62 por ciento, las de Educación, Enfermería, Psicología Clínica, Inglés e Idiomas, se reducirán en un 46 por ciento, mientras que las de Ciencia, Salud, Arquitectura y Ciencias Ambientales, Informática e Ingeniería, bajarán en un 20 por ciento.

Por otro lado, las carreras de Medicina, Odontología y Veterinaria no verán cambios, pero los grados de Derecho y Comercio registrarán un aumento de 28 por ciento y los de Humanidades en un 113 por ciento.

Se calcula que un 40% de los estudiantes pagará más por una educación universitaria, mientras que el resto tendrá una reducción de las tasas o se mantendrá igual.
El vicerrector de la Universidad de Tasmania, Rufus Black, dijo en un correo electrónico dirigido al personal que el anuncio del gobierno había "preocupado a muchos, especialmente a nuestros colegas de humanidades, ciencias sociales, derecho, negocios y economía".

Black dijo que si bien los cambios "se sentían como una señal de que estos campos no se valoran” como si no proporcionaran “el mismo nivel de bien público que otras (especialidades) podrían", quería asegurar al personal que la universidad "valora enormemente todas estas áreas".

Tarifas universitarias y perspectivas de empleo

Las carreras universitarias de un estudiante local se financian a través de los subsidios del gobierno y de los préstamos HECS-HELP.

Con la reforma a las tarifas universitarias lo que cambia es la participación en el pago de las tarifas del gobierno y el estudiante.

El Gobierno de Scott Morrison afirma que sus prioridades se han definido mediante la elaboración de modelos antes de la pandemia que muestran que el 62% del crecimiento del empleo en los próximos cinco años se producirá en los sectores de la atención de la salud, la ciencia y la tecnología, la educación y la construcción.

La política tiene por objeto aumentar la tasa de empleo de los graduados, que es inferior a la de la formación profesional, en un 78 por ciento.

Las universidades australianas funcionan con un modelo empresarial al punto de que se han convertido en el cuarto sector exportador después del carbón, el hierro y el gas. Solamente en el año fiscal pasado la educación aportó unos $36,000 millones a la economía nacional.
University fees to soar
A university graduate is seen outside Parliament House in Canberra. (AAP Image/Lukas Coch) Source: AAP
Pero la pandemia ha puesto de manifiesto la excesiva dependencia de las universidades australianas de los estudiantes extranjeros, muchos de los cuales intentan retornar a Australia, causando un gran golpe financiero a estas instituciones.

El vicerrector de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, siglas en inglés), Ian Jacobs, escribió en un correo electrónico dirigido al personal, que una disminución de las contribuciones tanto del gobierno como de los estudiantes a los títulos de ciencias e ingeniería dejaría "una carga de unos $5.000 por estudiante y año que las universidades tendrían que absorber".

Eso se sumaría a una imposición de "decenas de millones de dólares cada año" para UNSW, de acuerdo al texto citado por el diario The Guardian Australia.

Jacobs dijo que la financiación gubernamental como proporción de los presupuestos universitarios había disminuido del 95% en el decenio de 1970 a alrededor del 35% en la actualidad, lo que había llevado al sector a buscar otras oportunidades de financiación, incluida la atracción de estudiantes internacionales.

Pero el vicerrector de la UNSW añadió: "Si la financiación por estudiante disminuye al mismo tiempo que se limita la financiación gubernamental para la investigación, la calidad de la educación y la investigación universitarias en Australia estará en peligro".

Una apuesta ideológica “anti-intelectual”

La reforma a las tarifas universitarias ha sido vista por sectores críticos al gobierno con mucha suspicacia. Algunos de los líderes de las universidades consideran que se ha hecho una dicotomía entre las ciencias y las humanidades sin tener en cuenta que no solamente se trata de obtener empleo sino buscar el bienestar de la persona y la sociedad.

El australiano Patrick Walsh, experto en historia de la ciencia, recalcó en un reciente artículo publicado en Crickey que la reforma no solo afectará al campo de las humanidades sino también a las STEM, al considerar peligroso que se gradúe un médico que no entienda que la medicina puede causar dolor e injusticia o un ingeniero que no contemple cómo la tecnología puede socavar los derechos de los ciudadanos.

“El plan de Australia para reestructurar la financiación de las universidades se promociona como una inversión en las ciencias, pero en realidad es un duro golpe. La próxima generación estará menos equipada para operar en un mercado internacional competitivo, y menos capaz de adaptar su producción científica al mundo cada vez más complicado que exige su atención y experiencia”, precisó Walsh.

Por su lado, la politóloga Michelle Grattan comentó la semana pasada en su artículo en la revista The Conversation que la decisión del gobierno parece tener un matiz ideológico con esta medida que aparta al equipo de Scott Morrison de los ideales de Robert Menzies, el fundador del Partido Liberal y quien expandió las universidades australianas y defendió la educación superior.

“Hay una racha anti-intelectual en este gobierno, con ministros que no simpatizan con las universidades, que muchos ven como un caldo de cultivo para los activistas de izquierda. El Ministro de Educación Dan Tehan, por ejemplo, ha sido muy crítico con lo que ha identificado como restricciones a la libertad de expresión en las universidades”, subrayó Grattan.

La economista Marian Vidal-Fernández de la Universidad de Sídney comentó a SBS Spanish que las medidas del gobierno suponen un “castigo” tanto para los estudiantes, especialmente para los que estudian humanidades o los que están terminando el año 12, como para las universidades, aunque admitió que estos centros de estudios tienen que someterse a reformas estructurales.
Si bien hay rebajas en algunas tarifas, esta reestructuración de las matrículas universitarias “son un castigo para la gran mayoría y afecta a las futuras generaciones” porque “les hacemos pagar más y el gobierno se ahorra dinero”.

En cuanto a las carreras de humanidades, a la economista catalana le parece contraproducente de que se les imponga un incremento de un 113 por ciento en las matrículas, especialmente en estos momentos de crisis por la pandemia de COVID-19 dado que en “unos cinco o seis años, cuando ya sea historia, necesitaremos reflexionar sobre ello”.

Además, consideró “regresivo” establecer tarifas diferenciadas, dado que da la impresión de que “se le quisiera hacer pagar más a las personas que van a ganar menos” como podría ser el caso de los profesionales de humanidades, al mismo tiempo que puede afectar, no solamente a la elección personal de una carrera profesional, sino a la oferta que hagan las universidades de los cursos con el fin de ganar más dinero.
University of Melbourne has retained its position as the highest-ranked Australian university.
A student at the University of Melbourne Source: AAP
“Da la impresión de que es una maniobra política más que basarse en las necesidades de Australia”, precisó Vidal-Fernández, quien consideró que el efecto de la propuesta, que debe ser aprobada por el Parlamento, en la oferta de visas para trabajadores especializados se podrá evaluar todavía en algunos años.

Por su lado, el periodista económico Adam Creighton, dijo en un reciente artículo de opinión en The Australian que las reformas del gobierno ignoran un problema más profundo: “los estudiantes con títulos ganan más que los que no los tienen, pero eso tiene poco que ver con lo que realmente han aprendido en la universidad. Cualquiera puede sentarse en las conferencias de la universidad, gratis, pero sin el pedazo de papel al final, es todo, vocacionalmente hablando, una pérdida de tiempo”.

“Así como la impresión de moneda devalúa el dinero, la explosión de títulos ha mermado su valor, lo que obliga a los estudiantes más brillantes a trabajar duro en la universidad para obtener más y más credenciales, retrasando su última contribución a la economía y la sociedad”, agregó Creighton.

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