Rompiendo las barreras del silencio en el Parlamento: Cómo el reconocimiento de los abusos sexuales conlleva al cambio cultural

Liberal staffer Brittany Higgins was in the public gallery to receive an apology for her alleged rape in a minister's office, in Canberra.

Liberal staffer Brittany Higgins was in the public gallery to receive an apology for her alleged rape in a minister's office, in Canberra. Source: AAP

La histórica declaración que reconoció los incidentes de intimidación, acoso y agresión sexual ocurridos en el Parlamento de Australia, y las disculpas ofrecidas a aquellas personas que han sido víctima de estos actos, ayudará a un eventual proceso de reparación de los daños y un cambio cultural, según el experto en salud mental, Félix Gómez.


La primera sesión parlamentaria para el 2022 abrió el martes con un acto histórico: un reconocimiento y disculpa formal para las múltiples víctimas de abuso, acoso, hostigamiento y agresión sexual en las propias instalaciones del recinto legislativo.

Esta declaración respondió a la primera recomendación de la investigación sobre la cultura laboral del Parlamento realizada por la Comisaria de Discriminación Sexual, Kate Jenkins, que se realizó después de que la ex empleada del partido liberal, Brittany Higgins, denunciara que fue violada por un ex compañero en 2019 en una de las oficinas del mismo Parlamento.
Antes de la denuncia de Higgins, Rachelle Miller, otra ex asesora del partido liberal, ya había revelado que mantuvo una relación extramarital consensual, pero según ella abusiva, con su jefe, el diputado Alan Tudge.

Después de estas denuncias, salieron a la luz un sin número acusaciones de acoso, violencia sexual y más evidencias de una cultura tóxica de trabajo prevalente en el Parlamento australiano, tanto en el partido liberal como en el laborista.

Un reconocimiento “muy significativo”

El informe de la investigación de Jenkins reveló que una de cada tres personas que trabaja en el Parlamento australiano había experimentado algún tipo de acoso sexual durante su jornada laboral.

El informe formuló una serie de recomendaciones, entre ellas, un llamado para que se reconozca ante el parlamento la "intimidación, el acoso y la agresión sexual en los lugares de trabajo del Parlamento australiano” y una declaración de compromiso colectivo para “actuar ante denuncias y asumir responsabilidad de los abusos".

"Un reconocimiento del impacto de la mala conducta es crucial para validar la experiencia de las personas que han sido objeto de daños bajo la vigilancia de los líderes del Parlamento australiano", dice el informe.

Para el experto en salud mental y terapeuta, Félix Gómez, el hecho de que los líderes del Parlamento hayan sido llevados por la opinión pública a discutir y admitir responsabilidad por las denuncias de manera abierta representa “un avance significativo” que responde a un cambio de paradigma que busca desmontar una cultura histórica de control y abuso de poder.

“Me parece que todo este caso es muy significativo porque está lleno de claves para entender una cultura que pienso se está desmontando”, dice el experto.
No se puede negar que hay una cultura de abuso, hay toda una historia de maltrato y de bullying que incluso va más allá del género, que tiene que ver con sistemas de poder, la psicología del poder y que tiene que ver, sobre todo y fundamentalmente, con la cultura.

La reparación como primer paso hacia la sanación

Gómez, psicoterapeuta venezolano radicado en Sídney, dijo a SBS Spanish que los procesos de reparación representan el punto de partida para poder realizar un cambio cultural real, en lo personal, familiar, pero también en lo social, ya que tradicionalmente las comunidades están cargadas por el peso de “una cantidad enorme de traumas psicológicos, de estrés postraumático no dicho, no expresado” que terminan por definir los códigos de conducta de una sociedad.

Según el experto, décadas de estudios sobre el trauma apuntan a que la admisión, reconocimiento y la reparación del daño ocasionado a las víctimas es el primer paso primordial para su recuperación.

“No solamente tiene que haber un reconocimiento (aceptación) del perpetrador en esa relación compleja perpetrador-víctima, víctima-perpetrador, sino también tiene que haber una reparación”, explica.
La reparación implica justicia. Sin ese paso, no hay no hay un proceso integral realmente de recuperación de las víctimas que pudiera llevar a un proceso posterior de conversaciones y perdón.
“Lo que una persona a lo largo de su vida no resuelve en términos de traumas psicológicos, y hablo de una herida invisible en el cerebro que se perpetua y que no es únicamente psicológica, es emocional, es biológica, porque la persona sufre y puede llevar la enfermedad a ser crónica, se lo pasan las próximas generaciones”.

Superando las barreras culturales del silencio

De acuerdo al informe Jenkins, más de la mitad (51 por ciento) de todas las personas que participaron en la investigación, experimentaron al menos un incidente de intimidación, acoso sexual o agresión sexual real o intencional.

Entre las mujeres que sufrieron acoso sexual en el sitio laboral la tasa fue más alta (40 por ciento) en comparación con los hombres (26 por ciento). Solo el 11 por ciento de las personas afectadas, es decir, una de cada diez, denunció su experiencia de acoso sexual.

En ese sentido, Gómez apunta que las barreras que tiene que superar una víctima de acoso o violencia sexual para denunciar su situación, especialmente en un contexto laboral y de escrutinio público, tienen que ver con el temor de las víctimas de ser blanco de más abusos si habla de su situación.
Ese silencio habla de miedo y el miedo viene de una cultura que no favorece, que no protege … El silencio no es porque ellas no quieran hablar, es porque tiene miedo de las consecuencias.
Gómez considera que en Australia, a pesar de que existen mecanismos legales que protegen a las víctimas, hay una cultura profunda de castigo social que se manifiesta cuando las víctimas comparten públicamente sus experiencia de abuso.

“El gran tema para mi es la cultura laboral de ese contexto”, apunta el experto.“Es muy difícil, porque la persona, además del trauma que está sufriendo, está haciendo descalificada en muchos casos”.

“Hay una cultura subyacente que hace que las víctimas, por un lado, se puedan sentir culpables, e incluso el personal alrededor de la víctima, pueden descalificar el evento”.
En ese sentido, Gómez considera que la única manera en que la cultura pueda reflejar el espíritu de las leyes que buscan proteger a las víctimas de abuso, es mediante la educación en el tema, y continuar las exigencias desde la ciudadanía para que los líderes políticos del país actúen de acuerdo con las normas.

“Esto ocurre dentro del Parlamento y como ciudadano la expectativa es que cualquier conducta allí sea proba, porque es donde se está legislando y se están tomando la decisiones, posiblemente decisivas en la vida de una nación”.

Para escuchar la entrevista completa, presiona sobre la imagen principal.


Si requieres de apoyo emocional, puedes contactar a los siguiente servicios:

  • 1800RESPECT
  • Lifeline 13 11 14
  • Beyond Blue 1300 22 4636

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